Cumplir sueños es mucho más probable o rápido cuando se puede contar con aspectos que en Colombia son un privilegio; como los son los recursos económicos, conexiones, tiempo disponible, idiomas, habilidades o formación especializada.
Estefany Güechá, una joven nacida en Rionegro, Antioquia, criada en el Meta y el Casanare, y graduada de un pequeño colegio en Colombia, demuestra que las oportunidades sí existen, pero hay que salir a buscarlas. Sin inglés intensivo, sin conexiones ni privilegios, construyó, con disciplina y claridad, un camino que la llevaría a conquistar becas internacionales como Erasmus, Fulbright y Young Leaders of the Americas Initiative.
Hoy, recuerda con cariño cuáles fueron sus secretos para conseguir sus metas. Entre ellos, uno esencial fue su certificado de inglés, con el IELTS del British Council.
Acércate a tus metas profesionales y académicas con el examen IELTS
Estefany nació en Río Negro, Antioquia, y creció en diferentes departamentos de Colombia. Además, se graduó de un colegio ubicado en una vereda del Meta, en donde estuvo becada en casi todo su bachillerato. En grado once, evidenció la desigualdad del país con respecto al acceso de oportunidades.
"Estudiar lo que te apasiona en Colombia es un privilegio reservado a quienes pueden pagarlo cuando se trata de carreras que no tienen las universidades públicas", afirma.
A pesar de ser la mejor estudiante de su colegio, temía por su futuro. La carrera que anhelaba se sentía lejana, pues solo existía en universidades privadas, con matrículas imposibles para su familia.
Estefany enfocó su atención en prepararse para el ICFES, examen estandarizado para acceder a la educación superior en Colombia, logrando ser de los mejores puntajes en las Pruebas Saber. Gracias a esto, consiguió una beca de excelencia académica en la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario.
Posteriormente, tuvo que mudarse a la capital del país. Allí evidenció cómo la educación en Colombia determina si la desigualdad se perpetúa o no.
Al llegar a la Universidad del Rosario, entendió su desventaja. No tener bases sólidas en inglés, ni dominar un tercer idioma, la alejaba del ritmo de sus compañeros. Muchos hablaban dos o tres lenguas desde el primer semestre.
“Quiero enfatizar que si yo bajaba mi promedio, perdía la beca. Y perder la beca, para mis circunstancias, significaba dejar de estudiar”, recuerda Estefany.
Una carrera con kilómetros de desventaja
Etiqueta p: Ella recuerda el abismo entre su realidad y la de sus compañeros: las conexiones, la tecnología, la ropa, los libros, el transporte, el lenguaje, y muchos factores más le hacían ver a diario que no pertenecía a una universidad privada.
Como muchas otras jóvenes disciplinadas provenientes de otras regiones del país, Estefany pasó de ser la mejor de su colegio a ser una estudiante con múltiples brechas, luchando por mantenerse a flote en un océano de exigencias académicas y personales que la ponían al límite constantemente.
El inglés da, el inglés quita
"Al principio odiaba el inglés", confiesa. Su colegio ofrecía un nivel básico y repetitivo, que no sentía que le permitiera avanzar en el idioma. Pero pronto entendió una verdad: el inglés no era opcional, pues este es el idioma de las becas en universidades internacionales y de las oportunidades.
Tomar el IELTS fue un acto de valentía; lo presentó con miedo y con la preparación que ella misma podía costearse. “Yo no tenía recursos para pagar simulacros costosos. Me preparé con pruebas gratuitas, contenidos del British Council y práctica intensiva con otros recursos a los que pude acceder. El IELTS no evalúa cuántas palabras raras sabes. Evalúa qué tan bien sabes usar el inglés que conoces bajo presión”, comenta ella.
Su puntaje fue alto, especialmente en Reading, Listening y Speaking. El resultado le abrió las puertas a becas para las que el inglés certificado es requisito obligatorio. “El IELTS no solo valida tu nivel; es una puerta que te da credibilidad a nivel internacional”.